Meritxell Martell (@Merience) y Ana Romero hicieron un análisis de artículos periodísticos sobre el lenguaje para hablar de cambio climático en el espacio de co-creación compartido con todos los asistentes a la sesión del Campus Gutenberg.

La iniciativa del diario The Guardian de revisar el lenguaje vinculado al cambio climático o el decálogo “Los Medios de Comunicación y el Cambio Climático” son muestras de la revisión sobre las maneras de comunicar el cambio climático. Pero, ¿realmente permiten llegar de manera más directa y certera a la población en general? ¿afecta la terminología a la percepción y al grado de compromiso de cada individuo? ¿quizás nos perdemos en matices especializados y nos alejamos de las preocupaciones diarias de los ciudadanos y ciudadanas?

El pasado 16 de septiembre realizamos, en la 9ª edición del Campus Gutenberg-Cosmocaixa, un espacio de debate, reflexión, co-creación e intercambio de ideas sobre la comunicación y la cultura científica, la sesión “Cambio climático ¿cambio de lenguaje?”. El objetivo de la sesión era buscar, entre todos los participantes a la sesión, una síntesis de criterios y errores a considerar en la comunicación actual del cambio climático en un contexto de crisis o emergencia climática.

Como conclusión del taller, se apuntó la necesidad de contextualizar las noticias en el marco actual de emergencia climática y en un marco político-social mucho más cercano al lector/a. Es necesario explicar e integrar la variable climática en todas las noticias, sin fatigar y sin concluir que el cambio climático es el causante de todos los problemas ambientales. Los artículos periodísticos deberían profundizar más en las causas y las consecuencias del cambio climático y utilizar un lenguaje accesible al público en general. De este modo, conociendo un poco más cómo nos afecta el cambio climático en nuestro día a día, podremos incentivar a nuestros conciudadanos/as a actuar desde un cierto “optimismo” racional.

Para más en detalle del funcionamiento y resultados del taller, podéis consultar el post completo a continuación.

 

Ni pesimismo, ni catastrofismo: acción y reacción están en nuestras manos

La sesión “Comunicación en acción: Emergencia climática” fue una excelente introducción para nuestro working space de la tarde “cambio climático ¿Cambio de lenguaje?”. Los ponentes, Aitana Ralda, una joven de 16 años representante de Fridays for Future, Javier Martín-Vide, catedrático de geografía física de la Universidad de Barcelona y especialista en climatología y Albert Closas, periodista y director del programa económico Valor Afegit, nos ilustraron con su opinión sobre una serie de temas magníficamente sugeridos y moderados por las periodistas Cristina Ribas y Núria Jar. Todos ellos afirmaron que nos encontramos ante un estado de emergencia que requiere una acción urgente por lo cual la falta de reacción, hasta el momento, lleva a posturas pesimistas y que para nada invitan a la acción. En este sentido, los mensajes catastrofistas alejan cualquier posible punto de inflexión.

Tal y como señala frecuentemente el profesor Martín-Vide, estamos obligados a ser positivos.

 

El papel de la educación y la comunicación, clave para el cambio de modelo

Por otro lado, la joven Aitana reclamaba a las escuelas y medios de comunicación divulgar contenidos que ayuden a cambiar nuestros hábitos de consumo puesto su papel determinante en la educación y comunicación respectivamente. Desde la audiencia se reiteró en el reto de un cambio de modelo dominado per una élite económica minoritaria.

En este sentido, la representate de Fridays for Future destacó el hecho de que a pesar de que todos seamos responsables del cambio climático y responsables de actuar, esa responsabilidad es desigual, siendo 100 corporaciones privadas responsables por más del 70% de las emisiones.

 

El reto: renovar la comunicación del cambio climático

De la mano de Albert Closas conocimos la reciente publicación de los criterios para informar sobre la crisis climática en la redacción de los servicios informativos de TV3 y la elección de la palabra ‘crisis’ en lugar de ‘emergencia’ climática. Una elección no baladí y que Closas explicó: el concepto de “crisis” conlleva que todavía es posible adoptar medidas urgentes para afrontar el problema, a pesar de la magnitud, intensidad y velocidad del cambio climático. En cambio, el concepto de “emergencia” es una “last call” que puede ser desmotivadora y quizás excesiva.

Martín-Vide apuntó a las escalas espacial global y temporal del cambio climático demasiado lejanas de las preocupaciones cotidianas de la ciudadanía: impactos sobre la temperatura media del planeta para 2050 o finales de siglo. Sin embargo, al bajar de escala, nos podemos dar cuenta, por ejemplo, de las consecuencias en la salud pública derivadas del efecto isla de calor en las ciudades o de las cada vez más frecuentes olas de calor desde ya.

 

¿Con qué criterios abordar la comunicación del cambio climático? Existen ya diversas iniciativas de cambio de lenguaje

¿Cómo afecta la terminología a la percepción y al grado de compromiso de cada individuo? ¿Nos alejamos de las preocupaciones diarias de la ciudadanía cuando se utilizan matices demasiado especializados? Ante la paradoja actual en la que por un lado tenemos mensajes catastrofistas que llevan inevitablemente a la inacción y, paradójicamente, a  la movilización inspirada por Greta Thunberg, encontramos una serie de iniciativas que promueven la mejora del tratamiento del cambio climático por parte de los medios de comunicación. Así, por ejemplo, la guía de estilo de The Guardian, el proyecto Life SHARA sobre adaptación al cambio climático o la declaración de los medios de comunicación frente al cambio climático de la fundación Ecología y Desarrollo ECODES, son una muestra de la necesidad de informar más y mejor sobre este reto global y sus efectos inmediatos.

 

¿Se integra la variable climática en todas las noticias y se cuida su tratamiento? El ejemplo reciente de los incendios en el Amazonas

En el working space los participantes analizaron en grupos cinco noticias diferentes sobre los incendios en el Amazonas, todas publicadas durante los mismos días de agosto del 2019 en los periódicos The Guardian, La Vanguardia, El confidencial, The New York Times y El Periodico. En grupos de 4 – 5 personas, se analizaron el enfoque del artículo, el tipo de titular (optimista, alarmista, pesimista, adecuado), los términos más utilizados, el uso de la información cuantitativa, las fuentes de información y las imágenes utilizadas. En general, los artículos analizados se consideraron bastante neutros, con algún toque alarmista o pesimista en algún caso concreto. La mayoría utilizaban el término deforestación para alertar de las causas de los incendios, que según algunas ONGs, promueven agricultores y ganaderos, en algunos casos como práctica tradicional que llevada al extremo por la necesidad revierte en un impacto ecológico de magnitud impredecible. En otros casos, el artículo se centraba en el contexto geopolítico actual, declaraciones antiambientalistas del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro o bien las de llamamiento a la responsabilidad de actuar, del presidente de Francia Emmanuel Macron sobre la incorporación de un punto sobre el Amazonas en la agenda de la cumbre del G7.

Los artículos analizados utilizaban un lenguaje catastrofista con términos como ‘pulmón del mundo’ o ‘pulmón del planeta’, ‘destrucción forestal’ o ‘desastre o catástrofe medioambiental’, términos poco precisos. En ningún artículo se relacionaban los incendios con los objetivos del acuerdo de París, los impactos sobre la biodiversidad, sobre las poblaciones indígenas o el cambio en el sistema agroalimentario. Tampoco se introducían posibles soluciones, con lo que el lector podía desconectarse fácilmente de la noticia. Tampoco se introducía la relación de los incendios con aspectos vinculados al mercado económico como el tratado Mercosur que sí que han sido tratados por blogs específicos de estos mismos periódicos.

 

¿Cumplen los artículos los criterios mínimos de comunicación al integrar cambio climático de manera transversal y con garantía de calidad?

Mediante una encuesta interactiva a partir del decálogo ECODES como inspiración para analizar las noticias en su conjunto y sin diferenciar el medio, los asistentes analizaron el conjunto de noticias sobre los incendios en el Amazonas. En casi un 90% de los casos, los artículos analizados no inciden en los impactos del cambio climático, causas y consecuencias y tampoco proporcionan un enfoque del problema desde el punto de vista de la justicia climática y la perspectiva ética. En un 76,5% de los casos no difunden ni citan iniciativas lideradas por la ciudadanía ni tampoco opiniones de líderes o comunidades locales y en un 70% de los casos no usan terminología específica de manera comprensible para un lector de tipo generalista (como huella de carbono o emisiones de gases de efecto invernadero).

 

¿Cómo mejorar?

Según los participantes en el taller, en la pregunta abierta sobre cómo mejorar los artículos analizados, sugirieron que es preciso repensar el periodismo, aportando más rigurosidad y apoyándose en datos científicos. Es necesario contextualizar las noticias en el marco actual de emergencia climática y en un marco político-social mucho más cercano al lector/a. Los artículos periodísticos deberían profundizar más en las causas y las consecuencias del cambio climático y utilizar un lenguaje accesible al público en general sin fatigar y sin concluir que el cambio climático es el causante de todo, sí que es necesario explicar e integrar la variable climática en todas las noticias. Todas estas propuestas están recogidas en las iniciativas citadas anteriormente para promover la mejora del tratamiento de la crisis climática por parte de los medios de comunicación ya que éstos juegan un papel crucial en la formación de la ciudadanía.

Como comentaba Martín-Vide en el Campus Gutenberg: “aún estamos a tiempo pero [el hecho que los humanos somos la causa del calentamiento], nos obliga imperiosamente a actuar”.

 

Meritxell Martell y Ana Romero


Este blog cuenta con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología – Ministerio de Ciencia e Innovación