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“Irradiaba arte a su alrededor”. Esa sola frase define a una persona. Un hombre que empezó a estudiar Derecho pero que lo dejó porque una úlcera le avisó de que ése no era su camino. Lo suyo era “ser dibujante”. Ilustrador o, mejor dicho, creador de fantásticas realidades o de fantasías hechas realidad. Nos referimos, claro está, a Fernando Krahn.

Decenas de personas se daban cita este martes en el Auditori del Campus de la Comunicació de la Universitat Pompeu Fabra. El Observatori de Comunicació Científica rendía así homenaje al gran creador, que falleció el pasado 18 de febrero.

El acto, presidido por su hija, Fernanda Krahn, profesora de lengua y novelista; David Jou, catedrático de Física de la Materia Condensada en la Universitat Autónoma de Barcelona y poeta, y Vladimir de Semir, periodista y director del Observatori, se convertía en una gran ilustración cargada de cariño. Como las que él acostumbraba a realizar.

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David Jou (centro), flanqueado por Fernanda Krahn y Vladimir de Semir, recita un poema que ilustró Fernando Krahn para la exposición “Els colors de la ciència”.

Dibujos inocentes, con dosis de humor transparente, casi infantil, se sucedían con otros más críticos, de denuncia. “Fernando era un investigador de la condición humana”, señalaba David Jou. “Profundizaba en la vulnerabilidad del ser humano, en su fragilidad”, añadía el físico. Y en este campo, no había lugar alguno para la superstición. “Ser supersticioso trae mala suerte”, aseguraba Fernando Krahn, según su hija Fernanda. Pero aún así, no negaba la trascendencia de todo lo que ocurría a su alrededor.

“Le fascinaban las ciencias naturales, sobre todo los insectos”, precisaba Fernanda. Y eso se nota en sus ilustraciones, esa fascinación que contagiaba a los que se encontraban a su alrededor. Vladimir de Semir, que trabajó con él en el suplemento científico editado por La Vanguardia, recordaba que “todos esperábamos ansiosos que llegaran nuestros artículos con sus ilustraciones”. Porque siempre sorprendía y acertaba. De hecho, estas ilustraciones, según David Jou, aportaron tal valor al suplemento que se convirtió en el mejor del mundo.

Entre el público, varias personas también expresaron palabras de cariño hacia Krahn. “Era imposible no hacerse amigo de Fernando”, aseguraba Vladimir de Semir. Gran amigo y mejor divulgador. ¿Y qué habríamos hecho si llega a convertirse en abogado? Aquella temprana úlcera fue muy oportuna. Estamos todos de acuerdo.
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Este blog cuenta con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología – Ministerio de Ciencia e Innovación