Decir la ciencia. Divulgación y periodismo de Galileo a Twitter, de Vladimir de Semir (Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona) es un incisivo ensayo sobre las relaciones entre el periodismo y la ciencia, y sobre su impacto en la sociedad del conocimiento. El autor reflexiona sobre la importancia que ha tenido a lo largo de la historia la divulgación de la información y el saber en el desarrollo del conocimiento.
Vladimir de Semir piensa que, en esta época de máxima accesibilidad a la cultura y al saber gracias a las tecnologías de la información y de la comunicación, la tarea del periodismo divulgativo es más necesaria que nunca. En medio de una auténtica marea informativa, sólo los buenos profesionales dotados de adecuado espíritu crítico son capaces de informar con rigor, distinguiendo la noticia del rumor, el hecho contrastado de la creencia, la mentira interesada de la certeza relativa en la que se sientan las bases del progreso y el conocimiento.
El libro, dividido en catorce capítulos, es una auténtica radiografía de la profesión. El autor va desgranando, una tras otra, todas las consideraciones aprendidas durante más de cuarenta años de trayectoria profesional – «una época dorada del periodismo científico», como él mismo la califica y nos ofrece una serie de análisis y reflexiones que, por un lado, sintetizan la historia del oficio y, por otro, proponen una visión de cómo debería ser en el futuro.
De Semir examina y valora todas las circunstancias que afectan el ejercicio del periodismo científico, especialmente la cuestión de si el modelo basado en la verificación de fuentes podrá sobrevivir a la transformación que actualmente sufre la profesión –del periodismo analítico de intermediación al del mero proveedor de contenidos-, y reflexiona sobre la forma en que se forma la opinión pública en torno a los temas científicos, médicos y ambientales, dándose cuenta de que, más allá de los científicos y los periodistas, hay multitud de agentes culturales y sociales que también intervienen. En cuanto a los aspectos históricos, explica el nacimiento y la evolución del periodismo científico, que se desarrolló plenamente a partir de la II Guerra Mundial por la «necesidad de una interpretación adecuada de la naturaleza científica y tecnológica del progreso».
El autor pone de manifiesto el paulatino compromiso de las sociedades occidentales con la “comunicación pública de la ciencia” -más que la mera “divulgación” -, tanto en relación a la formación del ciudadano como a las decisiones políticas que de ella dependen, pero también pone de manifiesto que, a pesar de que la cobertura periodística de temas científicos ha aumentado globalmente en los últimos años, son sólo unos cuantos temas -los que generan más controversia, como por ejemplo la clonación terapéutica, la utilización de células madre, la reproducción asistida, los alimentos transgénicos o el cambio climático- los que acaban acaparando el interés mediático. Asimismo, certifica que el cambio más importante sufrido por el ecosistema de la comunicación social a raíz del abaratamiento de la creación, el almacenamiento y la distribución de la información en soporte digital, ha sido el hecho de que todos puedan ser emisores y receptores al mismo tiempo, tanto de forma individual como colectiva.
En el caso específico del periodismo científico, De Semir caracteriza la particularidad de sus fuentes, ya que, comenta, no hay ningún otro sector (la política, la economía, los deportes o la cultura, por ejemplo) que genere noticias con un sistema de autocontrol y de búsqueda de la objetividad tan riguroso. Analiza el discurso divulgativo de la ciencia centrándose en tres aspectos: el uso «lingüístico» que se hace del lenguaje científico, la obligada «recontextualización» de este lenguaje para divulgar los conceptos científicos, y las herramientas y los procedimientos concretos que se utilizan para lograr los efectos estéticos, persuasivos y cognitivos necesarios para comunicar. Dado que los científicos no pueden dar respuestas definitivas, y que actualmente hay una confrontación entre la idea científica de progreso y la nueva racionalidad social que critica las consecuencias de este progreso, De Semir introduce el concepto de incertidumbre en la comunicación social de la ciencia, y avisa del peligro, bien real, de mistificación de las noticias científicas en los medios, ya que, abocados cada vez más a buscar la notoriedad y a conmover al público, proliferan las noticias sorprendentes y espectaculares sin solución de continuidad, que convierten la divulgación científica en una sucesión de anécdotas; y aboga por la necesidad de establecer un código ético en la publicación de las noticias científicas, sobre todo de aquellas que hacen referencia a medicina, salud y medio ambiente, con el fin de no generar confusión y expectativas infundadas entre el público en temas tan sensibles. Finalmente, reflexiona sobre las oportunidades que ofrece la construcción de la nueva sociedad del conocimiento, y también sobre las amenazas que conlleva, defendiendo que la capacidad de saber elegir es la clave para encontrar el equilibrio entre el saber y el poder en las sociedades democráticas.
Decir la ciencia forma parte de la colección Periodismo Activo, dirigida por el periodista y profesor Roberto Herrscher (UB), dedicada a explorar los escenarios cambiantes del periodismo en este principio de siglo a través de un diálogo entre la academia y la práctica profesional. Este es el cuarto título de la colección, después de Periodismo narrativo. Cómo contar la realidad con las armas de la literatura (2012), de Roberto Herrscher; Ética del periodismo (2012), de Norbert Bilbeny, y Entrevistas. Diálogos con la política, la cultura y el poder (2013), de Margarita Rivière.
Vladimir de Semir (Barcelona, 1948), periodista con una larga trayectoria profesional, fue subdirector de La Vanguardia y creó y dirigió los suplementos de ciencia y medicina de este diario; una trayectoria profesional que le valió, entre otros, el premio Ciudad de Barcelona (1982) y el premio de Periodismo Científico del CSIC (1994). En 2007 fue nombrado colegiado de honor del Colegio Oficial de Químicos de Cataluña por “la labor realizada durante su trayectoria profesional en favor de la cultura científica”. Ha dirigido programas de divulgación cultural e histórica en la televisión, y también trató la información política en La Vanguardia antes de especializarse en periodismo científico. Es director del máster en Comunicación Científica, Médica y Ambiental del IDEC-UPF y responsable del módulo de Periodismo científico del máster de periodismo Barcelona_NY de la Universidad de Barcelona. Ha sido, además, miembro de la Comisión para el Estímulo de la Cultura Científica de la Generalitat de Cataluña y concejal de Ciudad del Conocimiento y Comisionado para la Difusión y Promoción de la Cultura Científica del Ayuntamiento de Barcelona. Actualmente lo es del comité científico de la red internacional Public Communication of Science and Technology (PCST) y es miembro del patronato de la Fundación Víctor Grífols i Lucas.
Este blog cuenta con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología – Ministerio de Ciencia e Innovación