¿Debemos poner límites a la ciencia? ¿Quién decide hasta dónde se puede investigar? ¿Puede un descubrimiento hacer que tiemblen los pilares del sistema social? The man in the white suit (1951) deja en el aire todos estos interrogantes planteando una sencilla historia. Sidney Stratton (Alec Guinness) trabaja en varias fábricas textiles intentando descubrir un tejido que sea irrompible y que nunca se pueda manchar. Tras muchos intentos finalmente parece haberlo conseguido pero nadie quiere permitir que se haga realidad. Los ricos empresarios de las empresas de textil ¿qué fabricarían?, ¿y los obreros de las fábricas?, ¿y las lavanderas? Con prendas de ropa que duraran siempre, el negocio se iría al traste en cuestión de unas horas. Sin embargo, era un hallazago científico sin precedentes…

Con independencia de que la película sea ficción, podemos preguntarnos si no existirán ahora mismo descubrimientos similares que se encuentran bajo llave por temor a un cataclismo en el sistema establecido. Por poner un ejemplo, ¿qué ocurriría si se descubriera una energía completamente limpia? Que echaría por tierra el negocio petrolífero. ¿Y una bebida que eliminara para siempre la sed? ¿Y un compuesto que elimara los tejidos grasos del cuerpo humano? ¿Y qué hay del elixir de la eterna juventud?

Dejando a un lado estas cuestiones, la cinta de Alexander Mackendrick, emitida en el ciclo Cinema al Campus, refleja la enorme distancia entre del mundo científico y el público general. Prueba de ello es la escena en la que el protagonista intenta explicar su hallazgo a la joven Daphne Birnley (Cecil Parker). Ésta no entiende nada de lo que le cuenta el investigador y tiene que consultarlo en la Enciclopedia Británica. Además, la película muestra al científico de forma estereotipada, rodeado de probetas y mecanismos extravagantes que no dejan de expulsar humo. También los periodistas juegan aquí un papel importante, pues el joven Stratton piensa en ellos como aliados para dar a conocer su descubrimiento.

Un largometraje entretenido y dinámico, con ciertas dosis de humor que, por encima de todo, deja sobre la mesa la siguiente cuestión ¿dónde están los límites de la investigación científica?


Este blog cuenta con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología – Ministerio de Ciencia e Innovación