logo Las redes sociales han conseguido “democratizar” los flujos de información, fomentar la interactividad e incrementar a una escala hasta hace poco inimaginable la difusión y velocidad de transmisión de cualquier mensaje.

Por ello muchas organizaciones se han puesto las pilas para aumentar su presencia en estas nuevas comunidades sociales. Aunque también son muchas las que aún tienen recelos a la hora de dar el salto y dudan de su utilidad para comunicar ciertas informaciones, como los  posibles riesgos y beneficios que comporta el consumo de algunos alimentos. Sin embargo, un artículo científico considera que los profesionales de la seguridad alimentaria no deberían obviar el empleo de estos medios para transmitir sus mensajes.

El artículo, titulado The use of social media in food risk and benefit communication (doi:10.1016/j.tifs.2012.10.006) se ha publicado en la revista Trends in Food Science and Technology y pertenece al proyecto FoodRisC (Food Risk Communication – perceptions and communication of food risk/benefits across Europe), financiado a través  del Séptimo Programa Marco de la Comisión Europea (7PM).

Según el estudio, el uso de estas redes permitiría a los profesionales de la seguridad alimentaria aprovechar a sus usuarios como multiplicadores de la información emitida y ampliar la información actual sobre la idea que tienen los consumidores respecto a algunos temas de alimentación, así como realizar un seguimiento de temas candentes, -como la clonación de animales o la modificación genética- a partir de las respuestas y debates que en ellas se generan.

Sus autores, un equipo de investigadores de la Universidad de Gante  (Bélgica), el University College de Dublín (Irlanda) y una empresa de comunicación del Reino Unido, reconocen que la información que circula por estas redes también puede ser incorrecta y equívoca, pero precisamente por esta razón, consideran que los comunicadores de riesgos alimentarios deben tomar la iniciativa dentro de estos medios, lo que contribuiría a ampliar la difusión de estos temas entre la población en general y los generadores de opinión clave, corregir comentarios imprecisos o falaces y aumentar la credibilidad de los profesionales que trabajan en este ámbito como fuentes de información interactivas con las que los ciudadanos puedan establecer un diálogo sobre temas de interés o de actualidad, según apunta el estudio.

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