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El diario Público informaba el pasado 8 de junio del descubrimiento de campos de maíz contaminados por una variedad transgénica en Alemania, país que por ley no permite el cultivo de organismos modificados genéticamente. El maíz transgénico que se ha detectado es la NK603.  Se trata de una variedad que es muy resistente al glifosato, un potente herbicida que arrasa con las malas hierbas. Es decir, su uso permite a los agricultores que lo siembran utilizar un único producto muy potente sin dañar la cosecha en lugar de varios herbicidas con diferentes objetivos.

Las cifras de la contaminación producida en el caso alemán, como no podía ser de otra manera, son contradictorias. Greenpeace habla de un 0,1% (una planta de cada mil) mientras que la empresa responsable del inesperado maíz lo reduce a un 0,03%, es decir 3 plantas de cada 10.000

El maíz NK603

En Europa se ha regulado la siembra de este maíz de una manera muy estricta.  De hecho, el único país que ha autorizado unos cultivos muy concretos y localizados ha sido España, en teoría con la intención de realizar un ensayo experimental que le permita valorar si se debe incluir  a este maíz en el Registro de Variedades Comerciales.  Este  ensayo estaba previsto desde este mismo abril hasta el próximo diciembre, según fuentes del Ministerio de Medio Ambiente.

En el resto de la Comunidad Europea no se permite su cultivo aunque sí la importación de su fruto como ingrediente alimentario, curiosamente por su fácil digestión, tal como afirman los expertos. Entonces, ¿cómo llegó hasta Alemania? Al parecer el contagio se produjo por la venta de otro maíz no transgénico de la misma compañía que se había mezclado con el que sí estaba modificado genéticamente.

Por su parte la EFSA, la máxima autoridad europea en materia de seguridad alimentaria, en su día afirmó que “La probabilidad de que  este maíz se propague es muy baja y los efectos ambientales no deseados debido a este maíz transgénico no será diferente a la de las variedades de maíz convencional”.

¿Qué quiere decir que no sus efectos ambientales no son distintos al del maíz tradicional? ¿Que apenas hay riesgo de que se extienda? ¿O que inevitablemente lo acabará haciendo? ¿Qué conlleva todo esto? ¿Hablamos de un contagio significativo o simplemente de un dato anecdótico?

Otro capítulo más en la eterna controversia y aún no sabemos a dónde nos va a llevar todo esto.


Este blog cuenta con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología – Ministerio de Ciencia e Innovación